viernes, 11 de septiembre de 2009

Te quito la camiseta lentamente mientras bailas con el perfume de mi pelo. Te muerdo el cuello de la misma manera que tú muerdes aquellos melocotones que tanto te encantan. Sólo se oyen suspiros, suspiros de incógnito que entran por debajo de la puerta, trepan entre las sábanas y se cuelan por nuestras bocas. Me muero por recorrer tu espalda con mis dedos al son de alguna canción que nos vuelva locos a los dos mientras me sonríes.

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