viernes, 25 de septiembre de 2009

No pienso entregártelo nunca más.


Darlo todo por una persona es lo más bonito y lo más horrible del mundo. Cuando estás en pleno proceso de “enamoramiento” por esa persona que comparte segundos voladores con vos simplemente no te percatás de lo sucedido, porque todo es perfecto. Cuando estás acostada en la cama de tu habitación una tarde de invierno con una canción que te vuelva loca y dibujando aviones en el aire, algo te oprime el pecho, una sensación indescriptible. Tenés esa necesidad de verlo, de sentirlo, de tocarlo y sobre todo, darle un abrazo de esos que te dejan sin respiración. En ese preciso momento comienzan los síntomas, ese sentimiento tan contradictorio y tan retorcido. Las tardes con él son únicas, te dejan sin aliento y se te pasan volando. Las noches alejada de su cuerpo son horribles e infinitas. Hay días en los que cuando lo ves lo recibís con un beso tan profundo que él te mira extrañado y te echa una sonrisa cómplice. Otros días no sos capáz de articular palabra y sentís la inseguridad de perderlo. Las llamadas telefónicas “día sí, día también” se vuelven habituales y forman parte de tu rutina, tanto que un día sin aquella conversación surrealista te deja mal sabor de boca. Luego está la sensación contradictoria, cuando te dice el “tenemos que hablar”. Se te parte el mundo en un mar de lágrimas que arrasa con todo porque simplemente “no somos compatibles” y te deja con la cara empapada y la nariz roja de angustia. Y aquellas llamadas tan rutinarias que llegaron a ser una parte esencial de tu vida ya no son lo que eran. El teléfono deja de sonar; las conversaciones surrealistas y trascendentales tomaron el primer tren hacia el “nunca jamás” y la luna y el insomnio te acunan en tu cama y se convierten en tus confidentes. Pero un día lo ves cruzar la calle y las piernas ya no forman parte de tu cuerpo; tiemblan de una manera evidente a simple vista y el corazón parece hablarte rápidamente por latidos. Es entonces cuando todas las noches de rehabilitación solitaria se van a la mismísima mierda.

5 comentarios:

  1. cuantas cosas no?
    son detalles en los que no piensas
    hasta que los extrañas
    hasta que ya ni eso.
    has hecho que recuerde muchas cosas
    pero desde donde no las habia visto antes

    ojala todo ande bien andrea
    linda cancion mad world y ese cassette tan vintage

    Saludos
    Guillo

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  2. Incluso podría uno volver y volver a intentar regresar a la normalidad, pero todo depende de la habitación, del teléfono, de la calle... y de miradas que te pueden echar abajo el plan.

    No obstante, si la "rehabilitación solitaria" se lleva a cabo en un campo de fresas, crece la posibilidad de resultados más inmediatos.

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  3. mmm, todo esto me suena... me encantó el texto =) un beso.

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  4. me encanta tu blog y esta entrada es genial! (: buuuu mil besitos(L) te sigo

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  5. esta entrada me lastimó la cabeza
    creo que a todas nos pasa..
    creo que acaba de pasarme..jaja
    fuck

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