viernes, 25 de septiembre de 2009

No pienso entregártelo nunca más.


Darlo todo por una persona es lo más bonito y lo más horrible del mundo. Cuando estás en pleno proceso de “enamoramiento” por esa persona que comparte segundos voladores con vos simplemente no te percatás de lo sucedido, porque todo es perfecto. Cuando estás acostada en la cama de tu habitación una tarde de invierno con una canción que te vuelva loca y dibujando aviones en el aire, algo te oprime el pecho, una sensación indescriptible. Tenés esa necesidad de verlo, de sentirlo, de tocarlo y sobre todo, darle un abrazo de esos que te dejan sin respiración. En ese preciso momento comienzan los síntomas, ese sentimiento tan contradictorio y tan retorcido. Las tardes con él son únicas, te dejan sin aliento y se te pasan volando. Las noches alejada de su cuerpo son horribles e infinitas. Hay días en los que cuando lo ves lo recibís con un beso tan profundo que él te mira extrañado y te echa una sonrisa cómplice. Otros días no sos capáz de articular palabra y sentís la inseguridad de perderlo. Las llamadas telefónicas “día sí, día también” se vuelven habituales y forman parte de tu rutina, tanto que un día sin aquella conversación surrealista te deja mal sabor de boca. Luego está la sensación contradictoria, cuando te dice el “tenemos que hablar”. Se te parte el mundo en un mar de lágrimas que arrasa con todo porque simplemente “no somos compatibles” y te deja con la cara empapada y la nariz roja de angustia. Y aquellas llamadas tan rutinarias que llegaron a ser una parte esencial de tu vida ya no son lo que eran. El teléfono deja de sonar; las conversaciones surrealistas y trascendentales tomaron el primer tren hacia el “nunca jamás” y la luna y el insomnio te acunan en tu cama y se convierten en tus confidentes. Pero un día lo ves cruzar la calle y las piernas ya no forman parte de tu cuerpo; tiemblan de una manera evidente a simple vista y el corazón parece hablarte rápidamente por latidos. Es entonces cuando todas las noches de rehabilitación solitaria se van a la mismísima mierda.

martes, 22 de septiembre de 2009


Las noches se vuelven suculentas cuando intento estrangular la almohada en un fallido intento de conciliar el sueño. Viajando entre las nubes cojo un trozo de momento de cada día del año, los amontono en el techo y los observo detenidamente haciendo un exhaustivo análisis y posterior conclusión para llegar al fin de no pegar ojo en toda la noche.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Sin embargo yo sí que quería...


Tu cara me había dejado de sonar tras una semana de mañaneos interminables con abrazos incluidos de esos que se te meten en los bolsillos sin avisarte. Todo era nuevo dentro de lo normalmente rutinario y disfrutaba del frío abrasándome los huesos sin piedad y de las gotas de sol que se asomaban con recelo por la ventana a la izquierda de mi pupitre dándome pellizcos para despertarme.Pero anoche fue el colmo. Entre las chucherías que entraban sin cesar en mi boca de lo norviosa que me sentía, buscaba alguna palabra perdida por el aire que fuese dirigida hacia mí. Sólo encontré miradas de compasión que de manera directa me decían "no quiero...".
La noche fue demasiado fría y aburrida.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Viajar en barco te vuelve loca.


Tus pupilas te delatan.Cuando él las observa te tiemblan y son un libro abierto. Derraman una verdad por cada milésima de segundo y entonces miras hacia otro sitio por miedo a ser descubierta. Sin embargo esos ojos acosándote las pupilas te provoca una sensación indescriptible.Se asemeja a viajar en un velero enorme por las nubes con el viento acariciando tu cara y casi tocando el horizonte.

martes, 15 de septiembre de 2009

Ese perfume ya no me gusta.-

Su ironía es una mierda. Antes cuando olía su perfume me temblaban las piernas, tartamudeaba y en los peores casos no era capaz de articular palabra. Y su ironía me gustaba, le daba personalidad, pero ahora, en serio, es una mierda. Y en realidad el tiempo cura las tonterías.La frase correcta es "el tiempo cura las heridas", pero en mi caso no señores, en mi caso "el tiempo cura las tonterías"...como el temblor de piernas ése...que no se lo merecía para nada. Ni tampoco se merecía que apreciase su perfume carísimo en el que se sumergía todas las tardes.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Te quito la camiseta lentamente mientras bailas con el perfume de mi pelo. Te muerdo el cuello de la misma manera que tú muerdes aquellos melocotones que tanto te encantan. Sólo se oyen suspiros, suspiros de incógnito que entran por debajo de la puerta, trepan entre las sábanas y se cuelan por nuestras bocas. Me muero por recorrer tu espalda con mis dedos al son de alguna canción que nos vuelva locos a los dos mientras me sonríes.